Por Juanfra de la Rosa
A mediados de noviembre mi mujer y yo ya habíamos planeado las vacaciones de Navidad, después de mucho tiempo podíamos ir a La Palma algo más de un fin de semana, de hecho decidimos estar todos los días posibles en la isla porque no sabíamos cuando volveríamos a tener una oportunidad así. De esta forma del 20 de diciembre al 7 de enero estaríamos en La Isla Bonita.
Como Trail Runner que soy, empecé a mirar en el calendario palmero si podía hacer alguna carrera, aunque fuera a modo de finalizar el año, es decir aunque no fuera una carrera por montaña. El Cross de Navidad de Santa Cruz de La Palma no era mala idea, pero se realizaba escasos días de mi llegada. Buscando un poco más encontré otra prueba en Los Llanos, su particular San Silvestre. Lo primero que pensé fue cuadrar entrenos largos por senderos después de la San Silvestre para llegar lo más descansado a la prueba, cuestión que no me gustaba especialmente porque prefiero hacer un buen entreno por montaña de varias horas de duración que correr una prueba de asfalto, pero en contraposición se encontraba la idea tradicional de finalizar el año con una San Silvestre.
Uno de esos días en los que utilizo más de lo normal el Facebook, encontré un enlace que cambió todo. No lo podía creer, se trataba de un acto solidario que consistía en recorrer el Sendero de Gran Recorrido 130, que circunvala la isla, a favor de Los Niños Especiales de La Palma. Mejor imposible, correr y además por una cuestión solidaria. Cuadraba todo, fechas y objetivo, sólo quedaba contactar con los organizadores para confirmar si estaba a tiempo de formar parte del evento.
Inmediatamente contacté con el compañero del Aiiiiiiiadelante Team, Ángel Yuste, ya que era uno de los corredores que había confirmado la asistencia. Brevemente me comentó en que consistía y me remitió a los organizadores.
Este fue mi correo:
Buenas tardes:
Soy un corredor de montaňa de Aiiiiiiiadelante Team afincado en Tenerife y en las fechas del desafío estaré en La Isla Bonita para pasar las fiestas, me gustaría participar de forma activa, no estoy seguro si para todo el trayecto, ya que la máxima distancia que he hecho apenas alcanza los 90km, pero seguro que para un par de etapas estoy preparado.
Me parece una iniciativa que debe contar con todo el apoyo posible ;-)
Si pudiera facilitarme más información al respecto, se lo agradecería.
Estaré en la isla desde el 21/12, cualquier cuestión en la que pueda ayudar no dudes en pedirla ;-)
Un saludo,
JuanFra ;-)
Al día siguiente recibí una acogedora respuesta de los organizadores en donde me facilitaban sus números de teléfonos y donde me invitaban a tomar un café a mi llegada a La Palma. La alegría no podía ser mayor, todo estaba empezando a cuadrar para poner un broche de oro al año 2012.
El 21 de diciembre tuve el honor de conocer a Nigel y a Voro, dos de los integrantes del Club de Triatlon Bayana, organizadores del evento. La impresión no pudo ser mejor, dos deportistas con la sana idea de realizar un durísimo desafío solidario, que a pesar del poco tiempo que habían tenido para organizarlo, tenían muy claro que saldría adelante.
En este primer contacto me ofrecí a ayudar en lo que fuera necesario, porque me percaté que el nivel de estrés en ellos era especialmente alto, sobre todo en Nigel, y de paso le pedí a Voro entrenar con él antes del Desafío.
El 22 de diciembre decidí quitarme una de esas espinitas clavadas que tenía en La Palma porque la primera vez que lo intenté no conseguí acabar el entreno, me refiero a los 30km de asfalto que separa Los Llanos - El Remo – Los Llanos. Recuerdo que el entreno lo hice bastante rápido porque entre otras razones acumulaba dos días de descanso. A los pocos minutos de llegar a casa recibí una llamada de Voro para informarme que al día siguiente unos corredores de la isla y él harían el tramo Los Llanos – Santo Domingo (Garafía) que coincidía con el primer tramo del Desafío Solidario. Inmediatamente le confirmé que estaría en ese entreno.
Al día siguiente, a pesar del cansancio acumulado por el entreno del día anterior, quedé con Jaime y Pedro (Jaime Guillén Leal y Pedro Ramos Rodríguez) en Los Llanos para salir corriendo en dirección a El Time, ya que el resto del grupo lo haría desde Tijarafe. La pregunta de Jaime, al vernos, fue si estaba en forma y acto seguido cuando empezaba mi respuesta salimos corriendo por el final de la Avenida Enrique Mederos. De entrada me sorprendió el nivel de los dos, tanto que hasta Puntagorda, cuando nos encontramos con el resto del grupo, no se aminoró el ritmo, mejor dicho, el ritmo al que yo podía ir porque ellos podían ir mucho más sueltos pero por no dejarme atrás esperaban especialmente después de cada cuesta. También estamos hablando de corredores que tienes tiempos por debajo de las 10 horas en la TransVulcania. El resto del trayecto fue más llevadero por el ritmo y porque conocí al resto del grupo que finalmente seria la misma gente que haría todo el Desafío Solidario, ya fuera haciendo unos o todos los tramos corriendo o ayudando en las cuestiones de avituallamiento y logística. Ahí conocí a Yone, Carmen, Francisco y Fernando, quienes también se sumarían a tomar parte en el Desafío GR130. Cuando llegamos a Santo Domingo me invitaron a comer unos bocadillos de sardinas que sus parejas tenían preparadas en destino. No pude quedarme con ellos porque había quedado con mi familia en Santo Domingo para dar una vuelta. Ese día completé 37 km y conocí a un espectacular grupo de corredores palmeros.
Otro entreno con Voro que realicé antes del Desafío Solidario, fue Virgen del Pino – Punta Los Roques – Virgen del Pino, ruta preciosa que coincide con tramos de la Transvulcania. La subida la hicimos caminado a buen ritmo para realizar la bajada a trote, si no recuerdo mal el desnivel positivo salvado fue de 1777 metros. A la llegada a La Punta de Los Roques me sorprendió, por la información aportada por Voro, que el punto médico de la Transvulcania, era en realidad un refugio donde se podía pernoctar sin permiso previo, por lo que rápidamente llegué a la conclusión que estaría genial realizar un entreno de la Transvulcania haciendo noche en el refugio, para al día siguiente hacer el segundo tramo. Todo se andará, pensé.
Como si de una competición se tratara, la noche del 28 de diciembre no pude pegar ojo, los nervios no me dejaban. A las 2:30 de la madrugada, salí en dirección a la Plaza de España de Los Llanos de Aridane con la mochila llena de ilusiones.
A los pocos minutos después de las 03:00 de la mañana salimos en dirección al norte, con la mentalidad puesta en completar la parte del Desafío que cada uno se había planteado para ayudar a que la vida de los Niños Especiales de La Palma fuera un poco más alegre, especialmente en estas fechas.
De entrada el ritmo no fue especialmente lento, pues a no ser que el Garmin estuviera dormido, por la Avenida Enrique Mederos, rodamos a poco más de 5 minutos el km, lo que sin duda sirvió para calentar los cuerpos antes de emprender una de las subidas más exigentes del recorrido, El Time. Una vez superado, nos dirigimos a Tijarafe, llegando al centro del municipio en un abrir y cerrar de ojos. Fue allí donde tuvimos el primer avituallamiento y donde empezamos a notar frío, por lo menos esa fue mi percepción, seguramente provocada por la parada en el avituallamiento.
La siguiente parada en el camino fue en un bar a escasos kilómetros de Puntagorda, café con azúcar para estimular un poco más al cuerpo y seguimos hasta Puntagorda donde encontraríamos el segundo avituallamiento. Aquí la parada fue más corta que en el anterior caso y se agradeció porque al arrancar no costó tanto.
Precisamente aquí fue donde empecé a tomar conciencia de la importante labor del equipo que nos proporcionaba el avituallamiento. Sin Nigel, Carmen, Pili, Ricardo, Fernando y el resto de parejas de corredores, que desempeñaron esa labor, el Desafío Solidario no hubiera sido posible.
A Santo Domingo llegamos poco después de una hora de haber amanecido, fue gratificante la llegada porque allí nos esperaba, el siempre cercano grupo de Nigel, y además un grupo muy nutridos de corredores de la zona que nos acompañaría durante un buen tramo del Desafío.
Recuerdo con especial cariño que le cantamos a un hijo de Voro su correspondiente cumpleaños feliz en la casa de la cultura del pueblo. De ahí en adelante y hasta Barlovento, tocaba quizás el tramo más exigente por desnivel de todo el Desafío.
No sería sincero si no reconociera que llegué a Barlovento un poco tocado por lo exigente del recorrido, pero como si de un milagro se tratara, salí con una fuerza que desconocía que tuviera mi cuerpo. Al principio dudé del origen de esa sospechosa fuerza, y digo sospechosa porque nunca antes en mi vida había experimentado encontrarme mejor en el km 70 que en el 50.
Sin duda el milagro se debió a ese maravilloso almuerzo del que disfrutamos en Barlovento y que nos preparó el Bayana Julio, un plato de macarrones acompañado con un cuidadoso pollo desmenuzado, con un complemento que elevó ese plato a los altares de los más saboreados de mi vida, el pesto de Pedro.
Quizás si hubiera gestionado mejor esa fuerza, hubiera podido realizar más km de los que finalmente hice, pero a partir de Barlovento y hasta que llegamos a San Andrés tenía unas ganar imperiosas de correr y correr y cada vez con más fuerza.
El Barranco de Nogales, ese fue el punto de inflexión de la historia de este Desafío, de mi historia. Fue allí, a escasos km de llegar a Puntallana donde las piernas y los ánimos empezaron a flaquear a un ritmo vertiginoso. Recuerdo como sólo la belleza de anochecer con la luna surgiendo del mar, era capaz de mantener alejada unos instantes la ida de desfallecimiento y de terminar mi participación activa en el Desafío Solidario.
Quizás tomé muy temprano la decisión, o quizás fue en el momento adecuado, pero cuando llegué al centro de Puntallana había decidido que terminaría en Santa Cruz mi andadura. El avituallamiento en Puntallana fue bastante recuperador, pero quizás no lo suficiente para hacerme desistir de mi idea. Caldo milagroso y la gran noticia que Voro se volvía a incorporar al grupo después de tener que abandonar antes de llegar a Franceses por problemas importantes en los aductores.
El camino hasta Santa Cruz de La Palma se hizo prácticamente caminado con trotes muy suaves, imagino que para no cargar más las piernas de los que habíamos partido de Los Llanos y también para coincidir en la llegada con la hora estimada de las 22 horas de la noche.
Sin duda fue emotiva la entrada en la capital de la isla, por varios motivos, pero principalmente porque todos los que llegamos allí nos sacamos una foto, ideada por Nigel, en el Barco de la Virgen, que sin duda llegará a la posteridad como recuerdo de una gran aventura. Esa típica foto que uno enseña a sus nietos con orgullo de haber sido participe de una historia tan solidaria como espectacular.
Creo que ahí fue el único momento de todo el recorrido que fui por delante del bueno de Pedro ¿Qué le habría pasado? Llegué a preguntarme y más cuando llegamos al Ayuntamiento y Carmen me preguntó por él. Ese hombre hecho o esculpido en madera de campeones, había cogido una hucha y se había quedado por la zona de la Alameda y hasta que no tuvo un peso importante no regresó con el resto del grupo. Todos fuimos campeones ese día, todos sufrimos por una buena e inmejorable causa, pero creo que en este sentido Pedro se merece una mención especial. Mientras casi todos estábamos recuperando fuerzas tras el duro desgaste el cogía la hucha y la agitaba delante de la gente con la que se encontraba para pedirle unas monedas por los Niños Especiales de La Palma.
En definitiva fue una experiencia única la vivida por varios motivos; el primero y casi el único de importancia fue el fin, es decir, ayudar a los niños y familiares a que sus vidas sean un poco más llevaderas. En otro orden de importancia, me gustaría resaltar la cantidad de buenos Trail Runner y mejores personas que he conocido durante el camino, esto y la belleza sin parangón de La Palma han hecho mucho más fácil acumular los kilómetros que finalmente realicé. En el aspecto personal, estoy muy alegre porque he conseguido batir mi récord personal de la distancia, que hasta entonces se encontraba en 84 km, y que he conseguido elevarlo a 100 km. Finalmente conseguí llegar a Santa Cruz y ahí decidí oportuno no continuar porque notaba cierta flojera en las piernas.
Igualmente, cabe destacar, la entrada en meta que realizamos en la abarrotada plaza de España de Los Llanos de Aridane, coincidiendo con la celebración de la San Silvestre, donde todos los corredores que salimos del mismo punto apenas 30 horas antes, escoltábamos a un grupo de 5 o 6 niños de la asociación. En ese momento quedó patente la grandeza de la gesta. Muchas emociones evocan su recuerdo.
Si el próximo año se repite me gustaría completar todo el recorrido y así realizar los poco más de 50km restantes. Gran iniciativa del Bayana Voro, respaldada por Nigel y unos auténticos cracks del Trail Running.
Keep on Trail Running ;-)
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