Iván Raña (Ordes, 1979) eligió la primera etapa de la Challenge de Mallorca para hacerse ciclista. Antes fue nadador y triatleta. Chico de piscina, de mar. Quizá por eso decidió cambiar ayer de oficio junto al Paseo Marítimo de Palma. Vínculo de agua. Pero el salto evolutivo hacia la tierra de asfalto resultó traumático. Acabó en el hospital. «Yo no domino esto», sospechaba antes de salir. «Pero es que llevo veinte años queriendo ser ciclista». Eligió su sueño. Y el lugar: al borde del mar. Se cayó. El triatlón es cosa de solitarios. El ciclismo se corre en manada. Ayer, Raña supo lo que significa un término que escalofría: 'montonera'. Es cuando los ciclistas se enganchan y caen en dominó. Sin remedio. Algunos, los instintivos, tienen tiempo para coger postura antes del impacto. Raña, ni eso. «De repente, ya estaba en el suelo». Saltó y no había agua. La piscina estaba vacía. «Acabar la etapa sería la leche», decía antes de salir. La 'leche'. El golpe.
Noticia de "El correo digital"
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